Noticias de la vida diocesana

Homilía de Mons. Gustavo Zanchetta en la misa de la fiesta patronal diocesana

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HOMILIA EN LA MISA DE LA FIESTA PATRONAL DIOCESANA

EN HONOR DE SAN RAMON NONATO INICIANDO MI MINISTERIO COMO SEPTIMO OBISPO DIOCESANO DE LA NUEVA ORAN

+ “Somos simples servidores” (Lc 17,10)

Textos de la liturgia
Sb 10,10.12-14
Sal 70,1-2; 3-4; 5-6.15
1Co 9,19.22-25
Mt 10,16-20

Queridos hermanos y hermanas:

Hemos llegado desde distintos rincones de nuestra Diócesis para celebrar a San Ramón Nonato, nuestro Patrono, y a dar gracias por un nuevo aniversario de la fundación de esta querida ciudad que lleva su nombre: San Ramón de la Nueva Orán.

La palabra de Dios nos hace vibrar interiormente iluminando esta celebración en honor de este hombre Santo que supo interpretar los signos de los tiempos y hacer presente la sabiduría de Dios en favor de su pueblo. Por eso San Ramón “pagó a los santos el salario de sus trabajos; los guió por un camino maravilloso, fue para ellos cobertura durante el día y luz de estrellas durante la noche” (Sab. 10,17).

Por ello la vida de San Ramón nos sigue alentando a construir nuestra propia vida cristiana desde el sentido de la ofrenda. No titubeó al momento de emprender el rescate de los cautivos, no dudó en ofrecerse él mismo tomando la condición de esclavo, no calló su voz para seguir anunciando a Jesucristo en medio de la persecución y la injusticia. Pero lo callaron. Su martirio fue precisamente cercenar su boca para que no pudiera hablar. Así son los pasos del Maligno: querer silenciar la voz de Dios, sobre todo cuando sus hijos fieles quieren cuidar y defender al inocente.

En tal sentido el evangelio que hemos escuchado nos hace presente cómo el mismo Jesús advierte a los discípulos que la misión es difícil: “miren que yo los envío como ovejas en medio de lobos. Sean, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas” (Mt 10,16). Estas palabras marcaron a fuego la vida de nuestro Santo Patrono. Fue prudente sin ser cobarde, entregó su vida sencillamente porque sabía que no le pertenecía. No hizo componendas, no fue un oportunista, no buscó el bien personal, no fue un egoísta, no pensó en él mismo.

Y cuando llegó el momento oportuno supo madurar la decisión fundamental a la luz de las palabras de Jesús: “Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo o qué van a decir. Lo que tengan que hablar se les comunicará en aquel momento. Porque no serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre hablará en ustedes” (Mt 10,19-20).

Y porque no sólo se ofreció como esclavo para liberar a un hermano, sino que también habló en nombre de Dios, su martirio fue precisamente masacrar su boca. Porque no hay nada que asuste más al Maligno que cuando Dios se da a conocer en hechos y en palabras.

Por eso hermanos y hermanas, estamos aquí para dar juntos un paso firme en nuestra fe. Al igual que San Ramón nuestra vida según el querer de Dios también está llamada a ser signo de esperanza. Que las palabras vayan acompañadas de los hechos. Que seamos capaces en nuestro presente de darnos cuenta que la vida tiene sentido cuando se la ofrecemos a Dios para que El disponga lo que quiere. Para que no seamos egoístas y superemos el individualismo que divide y la indeferencia que margina. Para que descubramos que es mejor dar que recibir, ofrecer que quitar, anunciar que callar.

A nuestro Santo lo invocamos especialmente como protector de la vida naciente, de ese misterio de amor escondido en los vientres de nuestras mamás. Amor que quiere salir para ser amado, proyecto de Dios confiado a nuestro cuidado y responsabilidad.

La vida, hermanos, ese don de Dios tan maravilloso que debemos cuidar y honrar….qué gran responsabilidad tenemos entre manos !!

Eladia Blázquez hizo melodía esta consigna tan fundamental: “Es una virtud, es dignidad, y es la actitud de identidad más definida. Eso de durar y transcurrir no nos da derecho a presumir, porque no es lo mismo que vivir….honrar la vida”.

Hermanos míos, he llegado hasta aquí como un peregrino más. Vengo desde lejos y dejando atrás vivencias y recuerdos, lugares y personas muy queridas porque he sido llamado por la Iglesia Madre, a través de nuestro Padre Francisco, a ser pastor de ustedes, sucediendo a mi amigo y hermano el Padre Obispo Marcelo Daniel Colombo.

Son muchos los sentimientos que me embargan. Simplemente quiero abrirles mi corazón para compartirles que en esta peregrinación que inicié el mismo día en que fui nombrado como su nuevo obispo, hoy vengo a pedirle a la Virgen del Carmen y a San Ramón Nonato, que pueda aprender a ser el obispo que todos ustedes se merecen. Y también vengo a agradecer porque el Señor “miró mi pequeñez” y me hace feliz al darme la oportunidad de ser un “simple servidor”.

A la vez vengo a pedirles hermanos míos, con toda humildad y respeto, que me adopten como un hijo de esta bendita tierra de Salta. Hoy finaliza para mí el primer tramo de esta peregrinación. Ahora me quedo entre ustedes para que caminemos juntos como Iglesia Diocesana de la Nueva Orán, siguiendo las huellas de quienes nos precedieron, aprendiendo juntos a ofrecer nuestra vida para que otros la ganen, honrando la vida desde antes de nacer, cuidándola en los niños y los jóvenes, valorándola en la sabiduría de nuestros mayores a quienes nunca debemos olvidar.

Iglesia de la Nueva Orán, queridos sacerdotes, queridos diáconos, jóvenes seminaristas, consagrados y consagradas, querido pueblo fiel de Dios, renovemos aquí esa fe que es nuestro mayor tesoro y que nos hermana en una sola dirección como nos señala el Apóstol: “Me he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos. Y todo lo hago por el Evangelio para ser partícipe del mismo” (1 Co 9,22-23). Amén.

+ Gustavo Oscar Zanchetta

Obispo de la Nueva Orán

San Ramón de la Nueva Orán, 31 de agosto de 2013.

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